lunes, 12 de marzo de 2012

Vacaciones de 2012 - Resto del Paseo por Salto y Tacuarembó

  Me concentré totalmente en lo que iba experimentando y además me quedé sin conexión a Internet en el Valle Edén, así que quedaron suspendidos mis comentarios diarios.

   Disfrutamos mucho toda la vuelta, los días en las Termas de Salto Grande y el Hotel Horacio Quiroga, que es como hacer un tratamiento termal intensivo y general, por fuera y por dentro, porque el agua termal se usa para beber bien fría, bañarse, lavarse la cabeza, nadar, zambullirse, hacer gimnasia acuática, dejarse masajear en un giacuzzi o ponerse una línea de cremas para después del sol, etc.; disfrutamos la visita a los parientes que viven en Concordia, Argentina; disfrutamos el recorrido de Salto a Tacuarembó por la ruta 31, por los viejos lugares de mi infancia y también por el resto de la ruta que no conocíamos, y que va de una zona de grandes naranjales a la salida de Salto a zonas de forestación al llegar a Tacuarembó, pasando por grandes extensiones ganaderas y de muchos ovinos, imagen rara en los últimos tiempos por el sur del país, y recorriendo un camino que va por lo alto de unas serranías, apreciándose desde arriba la zona de Arerunguá, con su monte en galería y paisaje ondulado.

       Después, el Valle Edén y el excelente museo de Carlos Gardel, dedicado a demostrar que el cantor nació en Tacuarembó (más precisamente, en el mismo Valle Edén), y que vale la pena conocer. Frente al museo hay una posada (en la que nos quedamos por 2 días), donde se puede almorzar comida casera, especialmente a base de cordero (las milanesas y el asado de cordero estaban muy buenos).

       Y la Fiesta de la Patria Gaucha, con su competencia de aparcerías (este año con el tema de "La introducción de la ganadería en el Uruguay"), la elección de "La flor del pago" (salió electa la "flor" que fuimos a apoyar), las jineteadas, un remate de caballos, cantores criollos, y gente joven y no tan joven que se ponía a bailar polkas criollas con mucha alegría y entusiasmo; también había stands donde comprar recuerdos de la Patria Gaucha, ropa de campo, botas, facones, recados, frenos, bozales, lazos, y todo lo necesario para vestir al hombre de campo y a su caballo. Todo el pueblo y mucha gente venida de otros lados se reunió para desfilar el sábado, pero no lo vimos porque ese día temprano emprendimos la vuelta a casa.

lunes, 5 de marzo de 2012

Vacaciones de 2012 - Segunda Etapa: Termas de Salto Grande y Hotel Horacio Quiroga - I

1) Caminatas

       En cuanto llegamos, descubrí que el hotel propone actividades y que una de ellas es, todos los días, una caminata aeróbica por el Parque, guiada por una profesora de educación física. Obviamente, me sumé encantada. Media hora después de llegar, ya estaba disfrutando de uno de los caminos que hay por dentro del parque del hotel (unas 200 has.), mientras M. dormía para recuperarse de varias horas de manejo, calor y carretera.

       Mientras caminábamos, la profesora me iba (el primer día) y nos iba (el segundo, a mí y a un grupo de 4 franceses) contando de la historia del lugar, de como el predio pertenece al Estado uruguayo, pero que está en concesión durante 99 años bajo la condición de que sea mantenido y protegidas su flora y fauna, nos habló de como no se pueden talar árboles, como el hotel surgió a partir de las casas de los ingenieros que construían la represa de Salto Grande, como se traen pescadores VIP de muchas partes del mundo, pero que la pesca debe ser "con devolución" o sea que los peces deben devolverse al agua, etc. Nos mostró el pozo de donde sale el agua termal y la planta potabilizadora que hace que aquí, de las canillas salga agua termal que se puede beber sin problema.

     El parque es hermoso (según uno de los franceses, una parte por la que pasamos parece un paisaje suizo), pero mi queja personal es que veo demasiadas variedades foráneas y no tantas autóctonas como quisiera. Hay una gran variedad de árboles creciendo con la exuberancia del eco-sistema Salto. Vi robles de diferentes variedades, ciprés calvo, paraísos, álamos, pinos, eucaliptus, sauces llorones, tilos, ¡chivato o flamboyant!, etc., además de ibirapitá (en este momento, mostrando sus flores amarillas), timbó, jacarandá, ceibos, espinillos, sauces criollos, plumerillos, etc.

      Se ven gallinetas, muy mansas, pasando de un lado a otro de los caminos; vi bandadas de pájaros blancos, que no pude identificar, volando en formación de emigración; hay una invasión de golondrina que da gusto ver todas juntas (¿será Salto una parada en su camino de emigración?), y ayer pude ver una familia de carpinchos, con muchas crías, comiendo tranquilamente. Desde una de las piscinas del hotel, junto al lago de la represa, estuve un rato siguiendo el vuelo rasante de un pato que volaba a milímetros de la superficie del lago, pero sin tocarlo.

     Al volver de la caminata, ¡al agua! Deliciosa...

  

domingo, 4 de marzo de 2012

Vacaciones de 2012 - Primera Etapa: San Antonio de Areco, último día

    Al tercer día nos levantamos, desayunamos y nos fuimos a tomar mate al parque Güiraldes, junto al río Areco, para hacer tiempo hasta la hora en que las cosas empezaran a abrir (10:30 a 11:00). Teníamos la esperanza de que todo estuviese abierto, por ser sábado y debido a la información recibida de la Dirección de Turismo.

   Pero fuimos otra vez hasta el Museo Güiraldes, cerrado, pasamos por frente al Zoológico y Jardín Botánico, cerrado, y fuimos finalmente hasta el platero ubicado en la calle Matheu 433, quien tiene también una muestra de antigüedades criollas; ese artesano (nos dijeron que es también director de otro museo del lugar) salía en el momento que llegamos, y nos dijo que su muestra estaba cerrada (aunque estábamos dentro del horario publicitado).

     Nos quedamos finalmente en la casa de al lado, llamada "La Olla de Cobre" donde hacían chocolates artesanales típicos del lugar. En ese momento, a la vista, estaban preparando huevos de pascua, pero no me animé a llevar ninguno porque seguramente no iban a llegar sanos. De todas formas, me llevé unos cuantos chocolates, lo que me generó el problema (que no se me ocurrió en el momento) de como hacerlos llegar a destino sin que se derritan.

    Después de dejar los chocolates en la Posada, nos fuimos a conocer la Parroquia de San Antonio de Padua. Justo llegamos en el momento en que había una visita guiada, a la que nos plegamos. Me plegué en realidad, porque mi marido quería irse enseguida. La parroquia me pareció muy linda y fue muy interesante lo que la guía contaba, aunque le pesqué un par de gruesos errores: dijo que representaba a María Magdalena una imagen que era claramente masculina y que representaba a San Juan al pie de la cruz, y dio una explicación absurda sobre el significado de "teniente cura" demostrando su falta de conocimientos. Dijo que antiguamente se acostumbrara a dar a algunos curas grado militar, por eso lo de teniente!!! No tenía ni idea que se llamaba "teniente cura" al ayudante del párroco, por eso (según ella misma explicó) ayudaba al párroco, bautizaba, confesaba, pero solo el párroco podía dar Misas.
    
    De allí nos fuimos a almorzar al muy recomendado por todos "Almacén de Ramos Generales", que realmente está muy bien amueblado de acuerdo a su nombre y donde se come muy rico. Mi almuerzo de todos los días, en los diferentes lugares de San Antonio de Areco, fue asado de tira con ensalada, muy buenos, pero no mejores que los que como habitualmente aquí en Uruguay.

     Después, ¡la dichosa siesta!! Tanto que otra vez me dormí. A eso de las 5, bajé a leer sentada bajo los árboles del muy agradable, fresco y verde jardín interior de la Posada porque ya no aguantaba más tanto descanso. 

     La tarde la dedicamos a buscar un lugar donde comprar una conservadora para traer los chocolates y mantenerlos frescos,  recorrimos más plateros y anticuarios, fuimos hasta un patio de bailes criollos que hay junto al río, en donde ponen música de diferentes ritmos tradicionales (gato, huella, escondido, etc.) y la gente que quiere, los baila. Un poco más tarde, nos fuimos a conocer Vagues, un pueblo cercano y de rebote, tomamos por un camino de vuelta a Areco que nos mostró un barrio de impresionantes mansiones y casas quintas muy lindas, y que no tenían ni un solo cartel indicador.

    Volvimos a la costanera del río, buscamos un lugar donde comernos unas empanadas argentinas y nos volvimos al hotel. Hoy nos levantamos, desayunamos y nos vinimos, y aquí estamos, comenzando la segunda etapa de mis vacaciones, en el Hotel Horacio Quiroga, junto a la represa de Salto Grande.

sábado, 3 de marzo de 2012

Vacaciones de 2012 - Primera Etapa: San Antonio de Areco, día 2

    Después de haber probado, con aprobación en la Posada de la Plaza, las tres condiciones que exijo personalmente de los alojamientos para estar a gusto y disfrutarlos al viajar (una buena, cómoda y limpia cama, una excelente ducha y un buen desayuno -en este caso no el desayuno buffet de los hoteles, pero sí el una casa como la mía en un domingo especial, recomiendo especialmente una deliciosa torta de limón), nos fuimos a dar una recorrida por el pueblo en auto.

     Fuimos descubriendo un lugar con aspecto próspero, de gente amable. La mayoría de las casas tienen un estilo antiguo, colonial, y son recicladas. Hay mucha casa con apariencia típica de pueblo, de esas que de la calle solo se ve una puerta y dos ventanas, con el techo plano, y en las que al entrar se descubren muchas habitaciones y unos jardines interiores que muchas veces son espectaculares. Obvio, hay que tener en cuenta que anduvimos por el Casco Histórico y sus alrededores. Pero por ahora no encontramos ninguna parte muy fea o pobre. Cada lugar por el que pasamos nos mereció un comentario de ¡Mirá que lindas casas! No llego a percibir si las casas son auténticamente antiguas o si las nuevas también se construyeron en el mismo estilo. Pero el efecto general es muy agradable, en mi opinión, claro.

    Fuimos hasta la Avenida y el parque que costean el Río Areco, donde una amable funcionaria de la Dirección de Turismo, a donde entré en busca de información, me orientó como llegar a varios lugares y me aconsejó sobre donde encontrar plateros y sogueros. De allí, pasando por la puerta del Jardín Zoológico y Botánico de animales y plantas de la región, que estaba cerrado, nos fuimos a uno de los motivos que nos hicieron venir a Areco, el Museo de Molina Campos.

    En realidad se llama Museo Las Lilas, y está dedicado a la pintura de Florencio Molina Campos.  Está muy, pero muy bueno. El sonido de una guitarra con sones camperos y volumen agradable, fue el fondo que nos acompañó por nuestro recorrido del museo, donde fuimos viendo las diferentes etapas de las pinturas de Molina Campos, su famosa época de publicación de los almanaques de Alpargatas (1933-1945), su época de colaboración con Walt Disney y de vida en Estados Unidos, y las diferentes pinturas de episodios de la vida de su personaje Tiléforo Areco, un gaucho que se ennovia, se casa, hace como el hornero y construye su rancho de terrón, y tiene un hijo, que aprende a caminar y va a la escuela, todo en diferentes pinturas donde llaman la atención detalles como las venas que se marcan los brazos denotando esfuerzo, un perro rascándose en un rincón, las expresiones de los ojos...

    El museo tiene también un barcito donde se puede comer algo y donde nos pasaron un audiovisual de 15 minutos sobre "La Vida de Tiléforo Areco" que también está muy bueno. Después de tomarnos un refresco y un whisky sentados en el patio del Museo -lugar muy agradable-, de entrar a la tienda de recuerdos que también hay allí para finalmente llevarnos el disco de la música que habíamos escuchado y un libro recién publicado por el Museo, incluyendo toda la obra de Molina Campos, y por último, después de sacarse M. una foto con la reproducción en tamaño natural de Tilésforo Areco y su caballo que hay a la entrada, nos fuimos a buscar donde almorzar. 

    Después, la hora de la siesta. La siesta es sagrada en Areco y no hay nada abierto hasta las 4 y media o 5 de la tarde. A mí, que no duermo siesta, la hora se me hizo larguísima, tanto que acabé durmiéndome yo también...

   A eso de las 6 de la tarde, salimos a visitar plateros y sogueros, pero nos topamos con algo que no es favorable al turista en Areco: que todos trabajan por encargo. Y alguien que se queda un par de días no puede esperar... Después de estar en un par de lugares en los que el artesano nos recibió muy amablemente y con los que estuvimos charlando un rato, volvimos a pasar por frente al Zoológico y Jardín Botánico, que seguía cerrado, y decidimos irnos a la plaza principal, donde está el museo y taller de platería Draghi.

   Allí nos mostraron un audiovisual de como se hace todo el proceso de elaboración de rastras, cuchillos y demás implementos de platería gauchesca, fuimos al taller donde vimos como se hacía un cuchillo, desde el dibujo del proyecto en adelante, recorrimos el museo y finalmente fuimos a la parte de ventas, donde me tenté con un colgante con mi inicial muy trabajada, que me encantó y que ahora voy a buscar (ayer no tenía conmigo la tarjeta de crédito!!!)

  Nota: M. pregunta qué estoy escribiendo si ayer no hicimos nada... 
     
    

viernes, 2 de marzo de 2012

Vacaciones de 2012 - Primera Etapa: Hacia San Antonio de Areco, día 1

      Dado que una tos pertinaz e impertinente me impide dormir, voy a aprovechar para contar (conectada a Wi Fi desde la habitación de la muy antigua y agradable Posada de la Plaza ¡la tecnología de estos días me sigue maravillando! ¡Parece mentira todo lo que pasó desde aquel lejano día en que, a mis 7 años, comenzó la televisión en el Uruguay!), como decía, voy a aprovechar para empezar a hacer este pequeño "diario" de las vacaciones que nos trajeron a San Antonio de Areco en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, y que también nos llevará, si Dios quiere, a las Termas de Salto Grande, en el Hotel Horacio Quiroga, en Salto y a la Fiesta de la Patria Gaucha, en Tacuarembó, ambos ya volviendo a Uruguay.

      Lo primero que nos llamó la atención, dado que nunca habíamos estado allí, fue el cruce por el Puente Internacional San Martín en Fray Bentos, y la tan mentada planta de ex-Botnia, hoy UPM, que tantos problemas causó entre Uruguay y Argentina. Desde la ruta, la planta no me pareció tan grande y ¿contaminante?, y la impresión al llegar al puente fue de ¡cuantos camiones! Los autos que había eran pocos y nos pusimos en una fila. El cartel que dividía a los que iban llegando en "vecinos" y "turistas" no parecía estar haciendo ninguna división, porque finalmente todos paraban, estacionaban y se bajaban, sin ningún cartel indicador, en un único lugar donde se pasaba, de un mostrador que registraba la salida nuestra y de la camioneta de Uruguay, a otro que registraba la entrada a Argentina y a otro que era Aduanas, en todos los cuales nos pusieron un sello en un papelito blanco, que más adelante un gendarme nos retiró, a yla entrada de la Provincia de Entre Ríos, en Argentina.

      Cruzando el puente, aparte de mirar el ancho Río Uruguay (¡lindo río, siempre le tuve cariño!), sentimos mal olor, como olor a caño, a pozo negro. Fue solo un instante, pero quedó la duda ¿Será la planta de UPM?  Seguimos atravesando carteles de "Fuera Botnia" y "Queremos estar Entre Rios limpios", pasamos por Arroyo Verde, donde estaba el piquete, y donde quedan un par de carteles rotos y la carcasa de un viejo ómnibus ya oxidado y seguimos, en nuestra camioneta con chapa de Uruguay en medio de autos con chapas argentinas, hacia Gualeguaychú. 

      Yo me sentía inquieta, recordando aquella vez, hacia diez años, en que nos pararon, al pasar por Entre Ríos rumbo a Corrientes, y nos pusieron una multa, después de buscar mil motivos para hacerlo, por no llevar extinguidor (el viejo "Bomberito" que esta vez sí trajimos). Entonces supusimos que el gendarme lo había hecho para coimearnos, pero directamente pagamos la multa para poder seguir viaje. Nada pasó esta vez.

      Seguimos sintiendo olores varios, a humedad, a chancho, a barro, olores comunes pero no agradables,  y viendo todo muy verde, pero daba impresión de desprolijo. Pasamos por una zona muy industrializada (¿Por qué tanto lío con Botnia, si ellos tienen mil industrias instaladas bastante cerca del río?, comentamos) Pasamos por el borde de la ciudad de Gualeguaychú (yo muy consciente de nuestra calidad de uruguayos) deseando salir de una vez, y finalmente tuvimos que parar a una persona, que nos respondíó muy amablemente, para confirmar si íbamos por buen camino hacia la ruta 14.  
     
       Después, todo fue autopista y carreteras con mucho tránsito de camiones, los carteles que marcaban la ruta hacia Buenos Aires (¡qué alivio cuando vi el cartel de "Bienvenidos a la Provincia de Buenos Aires"), consultas a los mapas que llevábamos y que no estaban muy exactos, los enormes puentes que pasamos sobre el río Brazo Largo, sobre los Paraná Guazú y de las Palmas, y finalmente el cartel que marcaba el desvío hacia San Antonio de Areco. Salimos de Lagomar a las 09.30 y llegamos a Areco a las 18.30, habiendo parado solamente para almorzar antes de cruzar, en Mercedes, Soriano (¡que linda está!, hacía tiempo que no iba) y a la entrada de San Antonio de Areco, a cargar nafta.
      
      Nuestra primera impresión del lugar fue muy buena (la posada tiene un cartel a la entrada de "edificio significativo" y cuando llegamos la estaban filmando para un programa de televisión), mucho verde en la plaza Gomez que está frente a la posada, y que tiene unos sauces llorones centenarios.¡Y el jardín interior de la Posada, una belleza! Nos dimos una primera, pequeña recorrida por el casco histórico de Areco y visitamos algunos artesanos plateros. M. se sintió un poco desilusionado de no localizar, por ahora, el tipo de trabajo de platería que vio por Internet, ni los guasqueros (sogueros les llaman aquí) que está buscando, pero veremos que pasa hoy, recién llegamos...

sábado, 11 de febrero de 2012

Del Agua Tónica Paso de los Toros

Apenas retransmito una publicación que me llegó, porque está muy interesante y porque, según recuerdo de mis épocas de trabajo en Pepsi, por allá por 1992, todo es verdad.




Todo comenzó una tranquila tarde de pueblo con un desafío. Después, Rómulo Mangini intentó conseguir la fórmula durante uno o quizá dos años. Al fin lo logró y su invento fue un éxito. Desde entonces, millones de personas han gastado millones en comprar millones de litros del agua tónica de Mangini. Un agua dulce y amarga, como su historia.

 
por Leonardo Haberkorn


Hubo un tiempo en que la fábrica fue el orgullo y el motor del pueblo: allí trabajaron casi cien personas. Hoy la fábrica no existe, el agua tónica es propiedad de Pepsi Cola (Pepsico Inc., NuevaYork) y en Paso de los Toros lo único que queda es un cartel despintado al borde de la carretera que tiene el logotipo del agua tónica y dice: "Aquí nació Paso de los Toros".

En 1924 Mangini, un montevideano que había llegado a Paso de los Toros para trabajar en el comercio de la familia de su esposa, instaló una pequeña fábrica de soda. Un año después la amplió y comenzó a fabricar el jabón Teru Teru, y en 1926 incorporó a su producción refrescos con gustos de frutas.

Aunque aún hoy en Paso de los Toros se recuerda el dulce sabor de la Manzanet, solo uno de aquellos productos sobrevivió y se hizo verdaderamente famoso.

Quien desafió -y ayudó- a Mangini a conseguirlo fue un inglés llegado al pueblo de la mano del ferrocarril. Se llamaba Jorge Jones y era "un amante de la buena vida y exquisito bebedor", relata Pedro Armúa en su Historia de Paso de los Toros.

Por entonces, la tónica más consumida en Uruguay era la Bull Dog, importada de Inglaterra. Una de las tantas tardes en que Mangini y Jones coincidieron en el club 25 de Agosto, el inglés desafió al uruguayo: ¿por qué no fabricaba un agua tónica tan buena como la inglesa?

Mangini respondió que no sabía la fórmula y Jones le contestó que él conocía los ingredientes, pero no las proporciones. Allí mismo, Jones le dijo a Rómulo cuáles eran los componentes.

Pocos días después Mangini hizo su primer intento y se lo dio a probar al inglés.

***

Así pasaron los meses, probando la fórmula uno, probando su sabor el otro. Para Mangini, un hombre de carácter fuerte, ex campeón de lucha grecorromana, aquello era un desafío.

Un folleto editado por Pepsi en 1992 -escrito por su ex funcionario Carlos Pijuán- relata que Mangini "se sumergió en una febril búsqueda de hierbas silvestres y frutas. Ninguna se salva de ser exprimida, diluida, mezclada. Agita, deja reposar, prepara fuego con leña, calienta el brebaje lo enfría, y con él concurre al club una y otra vez durante dos años".

Julio Monestier, un familiar de Mangini recientemente fallecido, cuenta en un escrito inédito que esos "largos meses de tanteos y experimentos tuvieran al fin su recompensa" el día que Jones sentenció: Esta es verdaderamente el agua tónica inglesa.

De tanto probar y probar fórmulas y licores diversos, Mangini había engordado. Su esposa lo retaba por ello y lo cachaba por ir tan seguido al baño, relató su nieto Marcelo Ceriani, de 33 años.


Mangini se lo tomaba con humor. Años después le contó a uno de los camioneros que transportaban sus bebidas cómo habían sido aquellos días probando potajes imperfectos. "Un día el Viejo me dijo: Me agarré unas cuantas cagaleras probando"', recuerda Roberto Paladino, que hoy tiene 62 años.

***

Apenas Jones dio el visto bueno, Mangini comenzó a fabricar el agua tónica. Las fuentes no coinciden respecto a la fecha de inicio de la producción, se sabe que fue en los años 20. Su primer nombre fue "Príncipe de Gales". La calidad del paladar de Jones fue ratificada por el público: la nueva bebida fue un éxito en el pueblo. Luego su fama llegó a Durazno. Los pedidos crecieron de tal modo que pronto Mangini dejó de fabricar jabón y se concentró en las bebidas, sobre todo en la tónica. Con el paso del tiempo y viendo que la fama de su agua seguía creciendo, le cambió el nombre para homenajear al pueblo donde la había creado: Paso de los Toros.

***

En la pizzería 18 de Julio, en Paso de los Toros, todavía conservan tres de aquellas primeras botellitas, que cada día eran más requeridas. En 1946 ya se vendían en la capital. "Mi padre le llevaba un camioncito chico por semana a un tal Sanguinetti que empezó a distribuir la tónica en Montevideo ", relató Paladino. Aquello del camioncito chico una vez por semana "habrá durado seis meses" porque los montevideanos cada vez pedían más y hubo que multiplicar los envíos.

Pero el éxito comenzó a generarle un problema a Mangini: su fábrica no daba abasto y él carecía del capital necesario para ampliarla.

"Un día a Rómulo se le ocurrió ofrecerle a unos baristas grandes de Montevideo hacerse accionistas", continuó Paladino.

Mangini le propuso a Sanguinetti que lo ayudara a conseguir el apoyo de esos comerciantes. Pero -recordó Paladino- el distribuidor montevideano le respondió a Mangini: "Con esas agüitas sucias no vas a hacer mucho".

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Consiguió los capitales en 1947. Dos acaudalados hombres de Durazno -Frank Marshall y Adolfo Caorsi- se asociaron con Mangini para fundar la Sociedad Anónima Agua Tónica Paso de los Toros. Además, se pusieron en venta acciones en el pueblo, a diez pesos cada una. "De inmediato se instaló en el viejo local una moderna máquina que aumentó en forma extraordinaria la producción", explica Armúa en su libro.
"En 1947 ya usábamos cuatro camiones para llevar el agua tónica a Montevideo y cada uno hacía tres viajes por semana. En verano-recuerda Paladino- no dábamos abasto. Yo llegué a hacer un viaje por día. Cada vez llevábamos más".


Mautone es uno de los pocos ex empleados de Mangini que sobrevive. Tiene 81 años, diez hijos, más de 60 nietos, ocho bisnietos y un hogar muy modesto ubicado donde la avenida 18 de Julio, la principal de Paso de los Toros, comienza a transformarse en campo. Cuando habla del agua tónica, los ojos le brillan. "Si usted estaba engripado o se sentía mal, se tomaba una y un Mejoral y ¡usted volaba!".

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Mangini solo confió su fórmula a su empleado de mayor confianza: Vignoly.

"Había un altillo donde se preparaba la esencia, pero solo subían él y Vignoly. Mi papá sabía hacer la Manzanet, que era tan rica, pero el agua tónica nunca supo", relató Raquel Torres que cuando niña se paseaba entre las máquinas de la fábrica porque su padre era uno de los empleados más antiguos.

Mautone recuerda que "cuando Vignoly terminaba de preparar un jarabe; le hacía una seña y el Viejo subía al altillo y probaba. El Viejo siempre tenía que dar el visto bueno".

Sin embargo, había un ingrediente que todos conocían: rayadura de cáscara de naranja. "Contrataban mujeres para rayar naranja. Las rayaban a mano, con rayadores parecidos a los de cocina. Usaban solo la cáscara y regalaban las naranjas peladas: todo el pueblo comía naranjas gratis", explicó Torres.

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Torres no tiene muy buen recuerdo de Mangini. "Tenía mal carácter. Cuando le pedían dinero decía: "Los pobres tienen que comer polenta y porotos"'.

Para Mautone, Rómulo era un jefe duro pero noble: "Como todo el personal, pasé muchos malos ratos ahí, porque trabajé como 20 o 21 años y el Viejo, como todo patrón, tenía sus cosas. Pero cuando lo precisé, siempre estuvo puesto".

"¿Sabe cuál era el sistema que tenía para retarnos?", pregunta sentado en una de las dos únicas sillas de su pieza. "Cuando se enojaba empezaba a bajar la escalera, y a medida que se acercaba iba apagando todas las máquinas. Cada paso que se acercaba, más silencio se hacía. Cuando había apagado todo, ahí nos empezaba a retar. Nos gritaba, pero nadie le contestaba. ¡Quién le iba a contestar! Si pesaba como 200 kilos y había sido campeón de lucha grecorromana! Gritaba: "Si hay algún hijo de una gran puta que me quiera pelear ¡le pago para que me pelee! Era bravo, pero de buen corazón".

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El 17 de julio de 1948 el periódico isabelino La Idea homenajeó a Mangini y "a la consagrada y recomendada Agua Tónica, conocida y apreciada, no solo por su sabor exquisito sino también por sus condiciones medicinales".

"En honor a la verdad-se decía- es la única fábrica que funciona en esta villa, y que merced al esfuerzo incesante de su gestor y director-técnico, ha llegado a un grado de perfeccionamiento y actividad que ya no solo es conocida en este centro de la República, sí que también en el litoral, playas del Este y en la misma metrópoli"

José Pedro Álvarez, hoy de 66 años, recuerda que fue empleado por la fábrica en 1949: "Las máquinas no daban abasto, trabajábamos fuerte de día y de noche; en tres turnos de siete horas".

Precisamente tal era el crecimiento de la demanda en la metrópoli, que a principios de los años 50 Mangini y sus socios instalaron una segunda fábrica, en la avenida Millán, en Montevideo.

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"Un día llegaron a Paso de los Toros unos representantes de Pepsi Cola y comenzaron a ofrecer dinero por las acciones de la fábrica ", recuerda hoy Armúa. "Mucha gente las tenía olvidadas en los roperos. Fue un revuelo, todo el mundo buscando. Pepsi las pagaba muy bien y todos las vendieron locos de la vida".

Pepsi se dedicó, paso a paso, socio a socio, a conseguir la mayoría de la empresa y lo logró el 14 de febrero de 1955. Con la mayoría también consiguió la fórmula secreta.

Aquello fue duro para Mangini. "Demasiado pronto, el capital accionario del presidente quedó en minoría. El viejo luchador sintió hondamente que la empresa de toda su vida ya no era ‘su empresa’", escribió Monestier.

Poco después, el 19 de enero de 1957, Mangini murió.

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“Murió el Viejo y todo cambió", opinó Mautone. El ex empleado recordó que todas las bebidas "las hacíamos con agua corriente, pero la soda y la tónica se hacían con agua de un pozo que estaba en la misma fábrica. La tónica nunca fue la misma, porque el secreto era el agua de ese pozo. Ahora es agua dulce nomás".

Todos los que vieron la tónica de Mangini, concuerdan en que tenía reflejos azules.

"Era azulada. Uno la ponía a contraluz y veía el tornasol que formaba el aceite que llevaba, extraído de la cáscara de la naranja. La de antes le sacaba el dolor de estómago como si fuera un medicamento. Ahora es todo hecho en base a productos químicos. Nunca va a ser igual", dijo el ex empleado Álvarez.

Después de la muerte de Manzini, Pepsi cerró la fábrica de Paso de los Toros y la tónica fue fabricada solamente en Montevideo. "Afortunadamente, el destino no quiso que él fuera testigo del desmantelamiento y la desaparición de la planta embotelladora isabelina, (...), drama al que la población local asistió con asombrosa pasividad y que constituyó una injusticia histórica para el creador del producto que ha paseado el nombre de Paso de los Toros por el mundo", escribió Monestier.

Pepsi insistía ante la familia de Mangini para que vendieran las acciones que aún permanecían en su poder. La viuda de Rómulo falleció en 1958. En 1961 la hija del matrimonio Mangini accedió a vender.

"Hoy yo no lo haría. Creo que mi madre lo hizo mal aconsejada y por todo lo que se le vino arriba de golpe, con la muerte de sus padres", dice hoy Marcelo Ceriani, 33 años, nieto de Mangini y funcionario del Sodre, el ente que controla las emisiones de radio y televisión del estado uruguayo.

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El local donde estuvo instalada fábrica todavía existe, frente a la estación de trenes de Paso de los Toros, en una calle rebautizada Rómulo Mangini aunque los carteles todavía no fueron cambiados y conservan el nombre anterior: Treinta y Tres.

En la fachada aún se lee "establecimiento industrial". Adentro todavía está el pozo de donde se extraía el agua de la tónica. Está sellado y -dice la leyenda- lleno de vidrio, arrojado cuando se cerró la fábrica. Sobre el techo aún cuelgan, inútiles, algunos de los caños por donde circularon los brebajes de Mangini. También se conserva la puerta original de la cámara frigorífica.

Más allá de eso, de la fábrica no queda nada. La mitad del local es hoy un galpón semivacío; la otra mitad, una oficina pública.

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En Paso de los Toros no todos se resignan a que aquello se haya ido para siempre. "Se ha movilizado gente para que Pepsi Cola abra una fabrica acá, aunque sea chica, para que los que llegan y preguntan por el agua tónica tengan algo para ver. Pero no hay interés"; lamentó Gustavo Reisch, periodista local.

Los intentos son cíclicos. Ramón Anzalá era presidente del centro comercial cuando una delegación fue a hablar con Pepsi en 1982. Se les respondió que la empresa "tenía una dependencia prácticamente total de su casa central en Estados Unidos" y que allí ni se pensaba en reabrir la fábrica.

"Después que todo quedó descartado con Pepsi, iniciamos gestiones con gente vinculada a Coca Cola", continuó Anzalá. El grupo se había contactado con Vignoly y éste les había demostrado "con hechos fehacientes" que conocía la fórmula secreta. "Entonces le ofrecimos a la gente de Coca-Cola mejorar la Itú hasta darle el sabor de la Paso de los Toros. Pero ahí quebró la tablita y eso echó por tierra todos los intentos".

Hoy Vignoly también está muerto y "ya nadie sabe cómo hacer la tónica", sentencia Torres.

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La historia dio la razón al olfato empresarial de Pepsi. "El agua tónica Paso de los Toros es un fenómeno sorprendente, demostrado por su triunfo absoluto sobre las otras aguas tónicas contra las cuales compitió ", dice el folleto de Pijuán.

Paso de los Toros fue lanzada en Argentina en l964 y conquistó 95% del mercado, un guarismo impresionante si consideramos que su único y gran oponente (agua tónica Cunnington) contaba con un firme arraigo desde 1940", agrega.

En Uruguay su imposición es mayor aun. Según el departamento de marketing de la Pepsi local, Paso de los Toros acapara prácticamente el 100% del mercado de las tónicas.

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En Paso de los Toros existen emociones cruzadas respecto a la historia del agua tónica.

"Mangini pudo haberse hecho multimillonario, pero cometió el error de hacer una sociedad anónima ", dice Álvarez.

"La pena es que malvendió aquella fábrica, donde trabajaba tanta gente", dice Torres.

"Es un orgullo. Muchas veces no nos conocen como pueblo, pero nos conocen a través del agua tónica. Gracias a ella saben que existimos. Eso es muy importante. Lamentablemente no dejaron nada acá. En vez de adelantar al pueblo, lo atrasó ", resume Álvarez.

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Durante años, en casa de los descendientes de Mangini, no se mencionó a la Tónica, ni a la fábrica perdida ni a los millones que Pepsi gana con el invento de su padre y abuelo.

"No se hablaba mucho del tema para no ahondar el dolor de la vieja"; explica Roberto Ceriani, nieto de Mangini, de 32 años.

Nada quedó finalmente de la fábrica para la familia. El dinero que se obtuvo por la venta de las últimas acciones sirvió para hacer una casa y se acabó. "A partir de ahí siempre vivimos del salario de mi padre”, relata Marcelo, el hermano de Roberto.

Las pocas veces que "el manto de silencio " se quebraba, la hija de Mangini "solo pedía que ojalá se reconociera un día el mérito de su padre para que alguien en la familia pudiera aprovecharlo".

En cierto modo sus ruegos fueron escuchados. En los últimos años, Pepsi quiso demostrar su deuda de gratitud con dos hechos: en 1992 una nueva planta inaugurada en Colonia fue bautizada "Rómulo Mangini". Además, se ofreció a la familia que eligiera a uno de los nietos para ingresar a la empresa. Hoy Roberto trabaja en la planta que lleva el nombre de su abuelo.

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En la semipenumbra de su pieza Valentín Mautone quiere encontrar los certificados donde constan la cantidad de años trabajados en la fábrica, pero no recuerda dónde están.

Hay dos sifones azules apoyados sobre la vieja heladera. "Son de la fábrica. También tenía una botellita de tónica, pero se me cayó y se rompió".

Mautone recuerda cada detalle de la historia. "Así era la orden del viejo patrón: después de sacarle la cáscara a las naranjas; ocho a diez cajones se llevaban a las escuelas. También se le daba una bolsa a todo el que pedía. Y el resto se tiraba".

El barrio donde vive es pobre y su casa es una única pieza muy humilde. El piso de portland está cubierto de ramas que, a falta de leña, alimentan la estufa. Casi no hay muebles y una bicicleta sirve de perchero.

Cuando termina de contar su historia, Mautone sonríe contento pero, cuando se despide, sus ojos se llenan de lágrimas. Los recuerdos le han dejado un sabor dulce y a la vez amargo. Como el agua tónica.




Publicado por Leonardo Haberkorn en la revista Tres, el 23 de agosto de 1996. Este reportaje integra el libro 9 Historias Uruguayas, publicado en diciembre de 2004 por Ediciones de la Plaza.