Siguiendo nuestro paseo, esta vez por la ruta 18, vimos un cartel que señalaba un desvío hacia el "Museo Posta del Chuy", y lo tomamos a ver que era.
Llegamos a una vieja senda de adoquines y a un puente de piedra, de forma extraña, pero muy lindo. Cuando pregunté para que servían las entradas curvas que tenía cada tanto, me dijo el joven guía turístico y cuidador del lugar, que era para frenar la fuerza del arroyo desbordado, para que el agua no golpeara de plano contra el puente y lo rompiera.
Tras atravesar el puente, llegamos a la Posta del Chuy, el primer peaje de caminos que hubo en el Uruguay y quizás en América. Fue construido por dos vascos, tío y sobrino de apellido Etcheverry, en una época de carruajes tirados por caballos, y fue restaurado en 1946.
Los carruajes llegaban a la Posta y se encontraban una gruesa cadena atravesada en el camino. Se veían obligados a bajar y entrar en la "pulpería", donde, además de ofrecerles de comer y beber, les hacían pagar para bajar esa cadena y dejarlos pasar. Todavía se conserva la cadena y también el dispositivo que la hacía subir y bajar (algún momento de distracción hizo que no les sacara ninguna foto).
Hoy se puede visitar la vieja Posta, la pulpería, la casa, la herrería, la cocina, el calabozo, las habitaciones en las que dormían el dueño y su esposa, y sus 4 hijas, etc. Aquí van algunas fotos más de la llegada por el puente, la entrada a la pulpería y el calabozo.
La visita es gratis, y hay un cuidador, joven y muy amable, muy entendido en la historia del lugar, por lo que vale le pena sacarse la curiosidad preguntándole lo que uno desee.
En el momento que nos íbamos, llegaron una pareja de recién casados y su fotógrafo, a hacer sus fotos de novios en este hermoso lugar en medio del campo y el monte. Seguramente les quedará un lindísimo recuerdo.
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