martes, 23 de noviembre de 2010

La Posta del Chuy

     Siguiendo nuestro paseo, esta vez por la ruta 18, vimos un cartel que señalaba un desvío hacia el "Museo Posta del Chuy", y lo tomamos a ver que era.

    Llegamos a una vieja senda de adoquines y a un puente de piedra, de forma extraña, pero muy lindo. Cuando pregunté para que servían las entradas curvas que tenía cada tanto, me dijo el joven guía turístico y cuidador del lugar, que era para frenar la fuerza del arroyo desbordado, para que el agua no golpeara de plano contra el puente y lo rompiera.
     Tras atravesar el puente, llegamos a la Posta del Chuy, el primer peaje de caminos que hubo en el Uruguay y quizás en América. Fue construido por dos vascos, tío y sobrino de apellido Etcheverry, en una época de carruajes tirados por caballos, y fue restaurado en 1946.
    
      Los carruajes llegaban a la Posta y se encontraban una gruesa cadena atravesada en el camino. Se veían obligados a bajar y entrar en la "pulpería", donde, además de ofrecerles de comer y beber,  les hacían pagar para bajar esa cadena y dejarlos pasar. Todavía se conserva la cadena y también el dispositivo que la hacía subir y bajar (algún momento de distracción hizo que no les sacara ninguna foto).

     Hoy se puede visitar la vieja Posta, la pulpería, la casa, la herrería, la cocina, el calabozo, las habitaciones en las que dormían el dueño y su esposa, y sus 4 hijas, etc. Aquí van algunas fotos más de la llegada por el puente, la entrada a la pulpería y el calabozo.



      La visita es gratis, y hay un cuidador, joven y muy amable, muy entendido en la historia del lugar, por lo que vale le pena sacarse la curiosidad preguntándole lo que uno desee.

      En el momento que nos íbamos, llegaron una pareja de recién casados y su fotógrafo, a hacer sus fotos de novios en este hermoso lugar en medio del campo y el monte. Seguramente les quedará un lindísimo recuerdo.

     

jueves, 18 de noviembre de 2010

Rincones (de las rutas 5 y 26)

     Para sacarle al máximo el jugo a una semana de licencia, decidimos conocer algunos lugares de Uruguay que todavía no conocíamos y también volver a visitar otros a los que hace tiempo no íbamos; con ese motivo, emprendimos marcha por la ruta 5 rumbo a Tacuarembó. El objetivo era conocer el Hotel Carlos Gardel y volver al vivero de Berruti, a tratar de conseguir algunos árboles nativos que no se consiguen facilmente aquí por el sur.

     Después de un muy tranquilo viaje (con parada para almorzar en Paso de los Toros, en la zona del Parador Municipal, sentados a orillas del Rio Negro) y de ir reconociendo (o no) todos los lugares por los que pasábamos indefectiblemente una vez al año al llegar las vacaciones de verano, durante los diez años que anduvimos por el Rincón de Cunha, Departamento de Rivera, llegamos al Hotel Carlos Gardel.

     Este es un hotel temático, que resume en su decoración la insistencia, que en general tiene todo Tacuarembó, de haber sido la cuna de Carlos Gardel. Está decorado con muebles, adornos, y hasta muestras de vestimenta de principios del siglo XX, incluyendo un cochecito de bebé y una reproducción de los documentos (el pasaporte semi quemado, por ejemplo) en los que Gardel declaraba haber nacido en Tacuarembó. Las habitaciones tienen todas el nombre de uno de los tangos cantados por Gardel (la nuestra se llamaba "Malevaje", aunque yo esperaba que nos tocara "Volver") y como parte de la decoración de las mismas, se ve la letra encuadrada del tango correspondiente. El hotel nos resultó muy agradable aunque no su entorno, ya que está sobre la ruta 5 y, como indicio de lo que nos esperaba en el resto del viaje, nos sorprendieron los emprendimientos que lo rodean, que no tienen nada que ver con lo hotelero, y sí con la agroindustria.

      Como era todavía temprano, nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad, a buscar el vivero de Berruti (nuestra última visita fue hace casi 5 años) y a localizar una talabartería donde comprar un cinturón de cuero de los que se usan con las bombachas de campo. La ciudad de Tacuarembó nos sorprendió por lo que cambió en los últimos años; la vimos con nuevas avenidas, con mucho movimiento de gente y nos dio la impresión de que estaban naciendo nuevos barrios de lindas casas junto a esas avenidas. Parece que la ciudad acompaña a su  famoso hospital modelo, en el que se han hecho operaciones de gran complejidad antes que en Montevideo. En general la ciudad nos dio impresión de prosperidad. 

     Preguntando, preguntando, localizamos a un talabartero que prometió hacer el cinturón solicitado y tenerlo pronto para el día siguiente a las 11 de la mañana. También dimos con el vivero de Berruti pero ya había cerrado. Volveríamos a la mañana siguiente... Como seguía siendo de día, decidimos darnos una vuelta por el Balneario Iporá que tan lindo nos había parecido 5 años atrás. Lo encontramos más lindo todavía. Hicimos en nuestra camioneta el recorrido alrededor de sus lagos artificiales y de sus árboles, mientras nos íbamos cruzando con sus habitantes permanentes (creo), que habían salido a caminar, a correr o a andar en bicicleta por esas mismas sendas. También subimos al cerrito rocoso que es su mirador, a tomar mate viendo el atardecer desde allí.

    A la mañana siguiente, luego de uno de esos desayunos buffet que me encantan de los hoteles, dejamos el Carlos Gardel, pasamos por el vivero de Berruti, donde conseguí Lapacho, Guaviyú, Sangre de Drago y una mimosa, fuimos al talabartero que ya tenía pronto el cinturón, y emprendimos viaje por la ruta 26. El primero objetivo era Villa Ansina y su capilla de la Virgen de Itatí.

    Este segundo día recorrimos toda la ruta 26 hasta la frontera con Brasil. El camino comenzó frente al Frigorífico Tacuarembó, y pronto observamos como había cambiado el tan conocido tramo que nos llevaba de Tacuarembó a la Cuchilla del Ombú, el paso Rogelio y el ya mencionado Rincón de Cunha. Antes veíamos campos ganaderos sombreados de vez en cuando por una pequeña arboleda de eucaliptus, y hoy se ven enormes extensiones plantadas de pinos. Al mismo tiempo van apareciendo por todas partes silos graneleros que se hacen más y más numerosos a medida que nos vamos acercando a la zona arrocera que abarca Cerro Largo, Treinta y Tres y Rocha.

    Tras llegar a Villa Ansina, visitar la capilla de la Virgen de Itatí, a la que aquí se venera como Virgen Gaucha, y que comparte su capilla con imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, de don Orione, San Baltasar y una urna con tierra de Guarambaré, el lugar de Paraguay donde vivieron Artigas y su compañero el Negro Ansina, nos enteramos que habíamos llegado justo un mes antes de lo debido para participar de sus festividades, y que en esa fiesta se cambiaría, como todos los años, el vestido de la imagen (el que la viste actualmente fue traido de Corrientes, Argentina, en donde surge el culto a esta Virgen y donde se la venera en una basílica).  También se cumplían ese día siete años de mi operación de tiroides y el resultado hasta hoy merecía todo mi agradecimiento.

    Seguimos viaje en esta etapa hasta Melo, Rio Branco, el Balneario Laguna Merin y la frontera con Brasil, para luego rumbear por la Ruta del Arroz.  Hay mucho más para contar, pero por ahora hasta aquí llegué.




sábado, 6 de noviembre de 2010

Cosas chicas para el mundo...

       En estos días previos a mi cumpleaños (¡el infierno astral!) han pasado cosas que me han hecho pensar, más bien preguntarme, sobre otras cosas....

       Sin duda que hay formas y formas de vivir la vida pero ¿cual será a la larga lo mejor? ¿Es mejor no apartarse "del lugar donde empezó tu existencia", como aconseja el Martín Fierro, porque allí están las "cosas chicas para el mundo pero grandes para mí", como lo expresó Elias Regules?

      ¿Quien lo hace se pierde de conocer el mundo entero? ¿O "lo que vale para la aldea vale para el mundo"? (no recuerdo quien lo dijo). ¿Qué gana y qué pierde quien vive por el mundo, cambiando de país por trabajo cada tanto tiempo, siendo siempre un extranjero lejos de sus afectos, pero conociendo las maravillas que hay por ahí en plena libertad de ataduras? ¿O quien comienza un nuevo arraigo en otro país, lejos de sus ancestros, pero iniciando nuevos arraigos y convirtiéndose en los nuevos ancestros? ¿Es totalmente gratificante hacer una gran carrera profesional cosmopolita? ¿Cual sería su costo? 

      Se ve claramente que quien se va a vivir a otro lado, nunca más es plenamente de aquí, ni plenamente de allá. Y eso es para algunos conflictivo, para otros estimulante. A pesar de eso ¿quien les quitaría lo bailado? (bueno y malo).

      De todas formas, yo hace mucho ya que elegí el camino de mis afectos y las "cosas chicas para el mundo pero grandes para mí". Y recuerdo claramente donde y cuando se produjo la bifurcación.