domingo, 30 de enero de 2011

Seca en Los Tatuses

    Me levanté y me fui a caminar. No sé por qué (¡mi Angel!, diría Emi), decidí caminar por el campo donde está uno de los padrillos con su manada.

    Empecé a bordear el alambrado cuesta abajo y me crucé con yeguas preñadas, potrillitos y el padrillo, que venían subiendo hacia "las casas", a pararse al lado de la portera, bajo el paraíso. ¿Por qué será que vienen, pensé, si bajo los árboles del monte tienen una sombra mucho más fresca?

   Seguí mi camino notando la tierra desnuda, polvorienta, allí donde hacía poco estaba la pradera nueva. A medida que me fui acercando a la parte baja del campo, a las piedras, a la cañadita, a la zona donde no se había podido plantar pradera por "culpa" de los afloramientos rocosos, fui notando que el tapiz natural todavía se defendía, y se veía primero seco y luego verde y fresco en las partes más próximas a lo que normalmente es agua, y bajo los árboles del monte. Allí habíamos ahondado una parte para hacer un tajamar que le asegurara el agua a ese potrero en todo momento. Fui a ver. ¡Ni una gota de agua en "el tajamar chico", apenas barro a punto de secarse!

    Seguí el curso de la cañadita para ver si en algún lado quedaba agua. En un ojo chiquito, que por lo visto era un manantial, quedaba agua limpia entre piedras, pero era menos de lo suficiente para un solo caballo ¡y había como veinte! Volví rápidamente hacia las casas, mientras avisaba por celular lo que estaba pasando, y entendí que los caballos estaban bajo el paraíso por sed, esperando que les abriéramos para pasar hacia el tajamar grande, donde ellos sabían que había agua.

      Ahora con ayuda, fui a sacar las tres yeguas de andar que estaban en "el piquete de adelante", a las que encerraron para dejar pasar a la manada, mientras yo iba hacia el tajamar a ver cuanta agua quedaba.

     Este tajamar es muy profundo y por ahora, aunque con una gran bajante, no tiene problemas. Al llegar ví los camalotes que lo cubren parcialmente y entre ellos, dos patos silvestres (les dicen marracos, creo) chiquitos y marrones, que nadaban muy contentos. (¡Primera foto que me perdí por no haber salido con la cámara!) 

    De pronto, oí ruidos de cascos a mis espaldas y al girar la cabeza, ví toda la manada que venía bajando al galope desde las casas hacia el tajamar, todos, padrillo, yeguas y potrillitos, a todo galope en busca del agua. Al llegar al tajamar, se metieron hasta la panza y se pusieron a beber como desesperados. (¡Más fotos perdidas!)

   Los dejé tranquilos y volví a terminar mi caminata y a darme una ducha refrescante. ¡No gastes mucha agua! me recomendó M. Me dí una ducha rápidísima, cerrando la canilla mientras me enjabonaba para no gastar agua, recordando algo que había leído de un hindú, creo, quien decía que al llegar a occidente le había resultado escandaloso el desperdicio de agua que se producía al ducharse.

   El aljibe todavía tiene agua, pero ya no se puede beber porque está estancada; ya hace mucho que no llueve. El pasto está de color paja en general, los árboles del parque están sufriendo (más los exóticos que los autóctonos, claro) y me llamó mucho la atención ver un eucaliptus joven y un roble quemados, torcidos y resecos, del lado de la salida del sol, como si los hubiera acariciado una llamarada de fuego (¿qué les habrá pasado?).

   El tesoro más preciado en este momento es el agua. ¡Por Dios, que llueva de una vez! 

1 comentario:

  1. Será que el Tata Dios te escuchó. En este momento llueve a cántaros sobre Montevideo. Espero que llueva igual en Los Tatuses, que se llenen los tajamares, que corra el agua por los campos, para que la tierra y los caballos puedan beberla ... :))) Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan. Que sí, que no, que caiga un chaparrón .... :) Besos. Tres

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